Vale, es cierto que vivimos en un mundo injusto, corrupto, contaminado e insolidario. Sí, esto es verdad, pero oigan, no me digan que a pesar de todos estos despropósitos no tengo motivos suficientes para ser feliz. Griselda, se llama Griselda, me quiere un montón, cocina de puta madre y hoy por hoy es mi verdadera razón de vivir. ¿Que? ¿A que está buena mi esqueletita? Aiiiiix… La conocí por Internet y fue un flechazo inmediato. Es que de verdad, la vida da unos giros tan inesperados a veces…Soy tan, pero tan feliz!
